martes, 9 de junio de 2015

¡Nueva historia! Título pendiente.

¡Buenas! A partir de ahora, pondré una pequeña introducción al principio de cada entrada para contaros novedades, futuros planes o explicaros algo sobre el capítulo. Para empezar, esta entrada es la primera de una historia que sigue la trama típica de conseguir las ocho medallas para participar en la Liga Pokémon y demás. Ya tengo planeada toda la región, ciudades y pueblos, cuevas, rutas, bosques, otros lugares, etc. También quiero meter algunas pequeñas historias relacionadas con los diferentes protagonistas y con los Pokémon Legendarios. Sí, voy a meterlos a todos sea como sea. También habrá un equipo malvado propio, ¡y no diré nada más! Espero que os guste este primer capítulo, es cortito, pero el principio de una gran historia.

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La región Argenta es una de las más grandes del mundo Pokémon, con una variedad de Pokémon nunca antes vista e infinidad de lugares que explorar. Está llena de cuevas y cavernas a rebosar de piedras preciosas y semi-preciosas que desprenden una energía extraña que le encanta a los Pokémon. También hay montones de fuertes entrenadores listos a cada instante para combatir. Hoy, nuestra protagonista Celeste empezará su aventura, junto a su gran amigo de la infancia Totodile.

-Bzzzz, bzzzz, bzzzz, bzzzz. -El despertador de la joven comenzó a sonar, despertándola de un salto. Como una bala salió de la cama ya vestida y se puso sus zapatillas deportivas. Llevaba un mes ansiosa por este día, al fin sus abuelos la dejarían salir de viaje con su gran amigo, Totodile.

Se miró en el espejo de cuerpo entero para comprobar que no le faltase nada. Tenía el pelo castaño oscuro, ondulado y más o menos por debajo de los hombros y los ojos grandes y verdes intenso. Vestía de color azul primordialmente azul, con una camiseta blanca por debajo de su sudadera azul, acompañada de unos vaqueros azul oscuro y deportivas también del mismo color.

Agarró una fotografía que tenía de ella cuando era una niña junto a sus padres y un Feraligatr. -Hoy es el día, papá, mamá. -Le dio un beso a la fotografía y la dejó en su sitio.

Bajó las escaleras de madera hasta llegar a una sala muy rústica que ejercía de comedor y cocina. Su abuelo estaba leyendo el periódico sentado en la mesa y su abuela preparaba el desayuno con su permanente sonrisa. Hoy era un día especial, por lo que había preparado más comida que la de costumbre.

-¡Buenos días! -Proclamó a ambos encaminándose hacia la mesa. Su abuelo respondió con pocas ganas sin despegar la vista del periódico, a diferencia de su abuela que dejó lo que estaba haciendo para darle un buen abrazo y comerse a besos a su nietecita.

-Cel, cariño, ¿estás feliz? -Su sonrisa le resultaba tan tierna que era imposible no devolverle una gran sonrisa. -¡Claro que sí abuela! ¿Dónde está Totodile? -Esta interrogación dirigió a ambas a la puerta de madera que llevaba al exterior, que tras un pequeño y siempre familiar chirrido dejó entrar la luz del sol al interior.

El jardín era una enorme extensión de césped verde y florecido con un gran lago a uno de los lados, con una valla de madera para evitar que los habitantes de la granja se escaparan o perdieran. El sonido de la puerta no tardó en atraer a estos, que vinieron a recibir a las dos con una gran alegría. Celeste se arrodilló en el
suelo para poder recibirlos.

-¡Buenos días a todos! -Una gran cantidad de Pokémon; un rebaño de Mareep, Flaaffy y un Ampharos como líder, varios Miltank y Tauros, un Meowth que solía pasear por ahí, los inseparables Vulpix y Growlithe,  varios Psyduck directos desde el gran estanque, entre otros, rodearon a ambas pidiendo caricias y mimos. Celeste agarró a Vulpix y Growlithe, los que respondieron con lamentones por toda la casa mientras esta reía.

-¡Chicos, hoy me voy de aventuras! -Todos exclamaron y saltaron de alegría para animarla. Aunque sabían que esto significaría que no la volverían a ver en un tiempo, querían apoyarla.

Celeste se levantó mientras todos volvían a sus sitios, la mayoría iban a pastar o beber. Ella fue corriendo al lago donde los Psyduck y algunos Wooper nadaban y se escupían agua, en busca de su amigo. -¿Habéis visto a Totodile? -Todos negaron con la cabeza. Entonces Celeste se percató de una pequeña punta roja sobresaliendo por detrás de unas rocas que bordeaban el estanque. Fue al lugar y ahí estaba Totodile; durmiendo.

Agarró al pequeño cocodrilo en brazos y se lo llevó a dentro de casa, dispuesta a desayunar de una vez por todas mientras Totodile se iba despertando.

-¿Adónde piensas ir? -La interrogó su abuelo sin separar la mirada del periódico. Por su tono parecía que estaba estar algo disgustado con la partida de su nieta. -Quiero ir a Ciudad Rubí, he escuchado que allí hay un Gimnasio Pokémon... -Estaba emocionada y pensaba seguir explicándole todo el planning para el viaje, pero el anciano la cortó. -Sabes que para eso tienes que atravesar la Ruta Alpha y que Ciudad Rubí sufre terremotos constantemente, ¿verdad?

La joven quedó en silencio por unos largos segundos. La abuela regañaba a su marido con la mirada, pero este parecía ignorarla.

-Abuelo, yo... -el hombre la miró de reojo con sus ojos verdes. -Sé que soy muy inmadura para tener 16 años, que allí fuera hay muchos peligros, pero... ¡Quiero viajar con Totodile! Quiero que crezcamos y nos volvamos más fuertes los dos juntos, para que cuando papá y mamá vuelvan de su viaje, estén orgullosos de mí. -Lo desafió con una mirada seria, aunque resultaba más bien infantil. El hombre suspiró. -Está bien, me rindo. Tú ganas, pero ten cuidado... -La sonrisa de la chica se podía ver desde kilómetros, a lo que el gesto de reprimenda de su abuela respondió con la misma sonrisa, al fin sentándose los tres para desayunar.

Mochila, lista. PokéNAV, listo. Pokénciclopedia, lista. Poké-reloj, listo. Gorra, lista. ¿Qué le faltaba antes de marchar? Saltó a los brazos de sus abuelos para darles un abrazo de despedida. -Muchas gracias por todo... -Celeste tuvo que aguantarse las lágrimas al recibir el abrazo por parte de sus abuelos. Totodile intentaba animarla abrazando también su pierna. -No quiero separarme de vosotros, pero... -Tragó saliva, casi replanteándose si el viaje era buena idea o no.

-Cel, no seas tonta... Ya verás cómo te lo pasas genial y haces montones de amigos. Nosotros estaremos siempre aquí para que vengas cuando quieras. -Intentó animarla su abuela mientras le acariciaba la cabeza. Por su parte, el abuelo le cogió una mano y le cedió una Poké Ball algo desgastada.

-Celeste, coge esto y úsalo solo si es estrictamente necesario. Si estás en peligro o pasa algo muy malo, adelante. Si no, olvídate o será peor. -La chica tragó saliva algo asustada por el contenido de la Poké Ball, pero prefirió no preguntar. Guardó la esfera, se ajustó la visera y se secó las lágrimas.

-Abuela. Abuelo. Me voy. -Ambos se despidieron de ella con alegría, aunque este último lo ocultara bajo su seriedad habitual. Todos los Pokémon de la granja se unieron a la despedida, mientras Celeste y Totodile les decían adiós a todos moviendo los brazos todo lo que podían.

Su aventura junto a Totodile estaba a punto de empezar. No sabía qué le esperaría ni qué lugares llegaría a visitar, pero había algo de lo que estaba segura. Disfrutaría de cada pequeña cosa, aprendería todo lo que estuviera en su mano y conocería a toda la gente que le fuera posible. Para que así, algún día, sus padres estén orgullosos de ella.


Celeste
Totodile
Feraligatr
Abuelo
Abuela
Mareep
Flaaffy
Ampharos
Miltank
Tauros
Meowth
Vulpix
Growlithe
Wooper

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